Criticas e Interpretaciones. I. Por William Dean Howells. James, Henry. 1917. El retrato de una dama. Vol.. XI. Harvard Classics estante de la ficción

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Henry James. (1843-1916). El retrato de una dama.

El Harvard Classics Shelf of Fiction. 1917.



Críticas e Interpretaciones

I. Por William Dean Howells



Si le damos a todo lo que le debemos tomar en su propio terreno, por clara que no vendrá a la nuestra. Tenemos que hacer concesiones a él, no a este respecto solamente, sino en varios otros, entre los que ocupa el motivo de la lectura de ficción. Por ejemplo, al menos, se nos enseña que es la búsqueda y no el fin que nos debe dar placer, porque muchas veces prefiere dejarnos a nuestras propias conjeturas con respecto a la suerte de las personas en las que nos ha interesado. No hay duda, por supuesto, pero podría contar la historia de Isabel en "El retrato de una dama" hasta el final, sin embargo, no le dice ella. Debemos ponernos de acuerdo, entonces, tomar lo que parece un fragmento en lugar de un todo, y de encontrar, cuando podemos, un nombre para este nuevo tipo de ficción. Evidentemente es el personaje, no el destino de su pueblo que lo ocupa, cuando se ha desarrollado plenamente su carácter que les deja a lo que el destino le agrada al lector. 1

La tendencia analítica parece haber aumentado con él como su trabajo ha ido. Algunos de los cuentos anteriores eran muy dramático: "Un peregrino apasionado", que debería clasificar por encima de todos sus otros cuentos, y para ciertas ricas cualidades poéticas, por encima de todo lo que ha hecho, es eminentemente dramática . Pero no me parece mucho lo que debo llamar dramático en "El retrato de una dama", mientras que encuentro en ella una cantidad de análisis que yo llamo superabundancia si no fuera todo tan bien literatura. La actividad principal del novelista es poseer al lector con el debido concepción de sus personajes y de las situaciones en que se encuentran. Si no lo hace más o menos que esto, igual no. A veces he pensado que el peligro del Sr. James fue a hacer más, pero cuando he estado a punto de declarar este exceso de un error de su método que he dudado. ¿Puede haber algo superfluo que me había dado tanto placer como he leído? Ciertamente, desde un solo punto de vista, y esto es un lugar estrecho, una técnica. Me parece que una crítica ilustrada reconocerá en la ficción del Sr. James un genio metafísico de trabajo con los resultados estéticos, y no se dispone de negarlo cualquier método que elija a emplear. Ningún otro novelista, excepto George Eliot, se ha ocupado de lo que en gran medida en el análisis de los motivos, ha explicado tan plenamente y comentado los resortes de la acción en las personas del drama, tanto antes como después de los hechos. Estos novelistas son más parecidos de lo que cualquier otro en sus procesos, pero con George Eliot un propósito ético es dominante, y con el Sr. James una finalidad artística. No sé hasta qué punto debe tenerse en cuenta de dos de estos tipos nobles y generosos de carácter Dorothea e Isabel Archer, pero creo que nos solidarizamos con el anterior en el gran objetivo que principalmente afectan a los demás, y con este último en hermosos sueños que se refieren principalmente a sí misma. Ambas son mujeres altruistas y devotos, sublime verdad a un ideal equivocado en sus matrimonios, pero, a pesar de que vienen a este martirio común, la diferencia original, en ellos se mantiene. Isabel tiene sus grandes debilidades, como Dorothea tenía, pero éstos me parecen, en general, la más noble imaginado y las mujeres intencionados más noblemente en la ficción moderna, y creo que Isabel es la más sutil adivinó de los dos. Si hablamos de la mera caracterización, no debemos dejar de reconocer la perfección de Gilbert Osmond. Fue un golpe profundo para hacerle a un estadounidense por nacimiento. Ningún europeo podría realizar tan plenamente en su propia vida el ideal de un aficionado europeo en todo el significado de esa palabra abaratado, como ningún europeo podía tan profunda y tiernamente sentir la dulzura y el encanto del pasado Inglés como el americano enfermo, Searle, en "El peregrino apasionado."-De" Henry James, Jr., "en" The Century Magazine "(noviembre de 1882). 2

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